Italia suena a Bocelli y sabe a orégano. Cuando uno acude a un restaurante en busca de comida al estilo de la península itálica busca esta hierba en los platos porque, de no tenerla, y aunque muchas recetas no lo empleen, el cliente acusaría una falta de presencia italiana en el sabor. Pero más allá de lo gastronómico, mucha gente desconoce que esta especia puede ser una gran aliada en el día a día por la cantidad de beneficios que reporta.
No es una hierba aromática cualquiera. Autóctona del Mediterráneo europeo, su planta, procedente de las labiadas, puede llegar a alcanzar una altura de 65 centímetros. La etimología pocas veces miente, y en este caso, descendiendo el término Origanum de la mezcla de las palabras griegas oros (montaña) y ganos (ornamento), permite deducir, así como apoyan las primeras referencias literarias y hallazgos arqueológicos, que ya en la antigua Grecia se beneficiaban de su valor culinario y, muy especialmente, del medicinal.
Según la leyenda, fue la diosa del amor, Afrodita, quien plantó orégano por vez primera. Al hacerlo, dotó a la hierba de un aroma intenso del que jamás se desprendería. Basta con oler una hoja fresca (o deshidratada) para darse cuenta de que, independientemente del porcentaje de realidad de aquella vieja historia, su olor delata la identidad de la especia.
Si bien es cierto que puede consumirse en un plato de macarrones, hay un mundo gigante más allá de la condimentación; por ejemplo, el té. Y todas sus formas bastan para que el organismo de quien lo ingiera se beneficie de sus múltiples ventajas, que son, entre otras, las siguientes que destaca el portal especializado Tua Saúde:
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2025-02-02T10:20:08Z